Hey, esta es mi última entrada para el blog de Visioneers como voluntario después de 18 meses.
Estoy muy agradecido de haber tenido la oportunidad de hacer mi voluntariado en Alemania. Aunque al principio fue difícil porque tuve que dejar muchas cosas de mi vida y adaptarme a una cultura, clima y lengua diferentes, no me cabe la menor duda de que tomé la decisión correcta, sobre todo porque se aprende a confiar más en Dios en estas situaciones.
Realicé 10 meses de voluntariado en un pueblo pequeño llamado Ascheberg, en el condado de Plön, en el estado de Schleswig-Holstein, al norte de Alemania. Luego, pasé 8 meses en Berlín, donde pude, con cierta confianza, entablar conversaciones largas en alemán, realizar llamadas telefónicas y resolver situaciones que requieren un nivel más avanzado del idioma.
Estoy muy agradecido por la oportunidad de haber participado en el proyecto de Visioneers en Berlín, donde realicé diferentes actividades, que nunca fueron monótonas ni aburridas. A veces me encontré con situaciones complicadas y estresantes de resolver, pero cada una contribuyó a mi crecimiento personal.
Entre mis tareas, realicé actividades de mantenimiento, trabajé con jóvenes refugiados, brindé servicio en la iglesia local, apoyé en clases de idiomas, actividades administrativas y mucho más. Pude conectar con personas no solo de Alemania, sino también de muchos otros países y culturas. Mis compañeros voluntarios y practicantes venían de lugares como Alemania, Bélgica, Rusia, Grecia, Costa Rica, República Checa, España, Japón, entre otros. Los jóvenes a quienes apoyamos provienen de muchos países, como Siria, Turquía, Afganistán, Irán, Marruecos, Ucrania, Benín, Ghana, Gambia, Guinea y otros.
He aprendido a saludar en al menos 12 idiomas, he mejorado mi inglés y he sentado algunas bases para el francés. He visitado muchas ciudades de Alemania, cada una con su propio carácter, y también algunos países fronterizos.