- Esther Baldelomar
Aprendiendo a vivir en las diferencias
¿Qué es lo primero que la gente piensa cuando se habla de Alemania?, algunos pensaran en las famosas salchichas, muchos en la gran variedad de cervezas, otros pensaran en edificios y grandes compañías y claro aquella famosa idea de que los alemanes parecen estar siempre enojados por su tono de voz.
Tengo cuatro meses de vivir en este país, específicamente en la capital, Berlín, una región multicultural, llena de gente, iglesias y trenes. En este corto tiempo he visto ciertas características de esta región como por ejemplo que el trabajo es uno de los enfoques principales de vida, la puntualidad es realmente importante, andar con rodeos no es su estilo, si algo no les agrada te lo dicen y listo, su estilo es la inmediatez cuando hacen y asignan una tarea y también están aquellas cosas que para mi son simples como un saludo de beso en la mejilla y los abrazos pero que aquí no son nada comunes.

Para algunas personas estas características pueden sonar un poco rudas, lo sé, no estoy descubriendo el agua tibia, pero de cierta forma es algo nuevo que estoy experimentando, situaciones culturalmente chocantes y otras que son muy agradables. El proceso no es fácil pero si lo fuese no sería tan retador.
Mi idea no es comparar regiones, ni estilos de vida porque las diferencias son las que hacen interesantes un lugar, un país y su gente. La historia de un país, su pasado, procesos y grandes acontecimientos, permiten ver con mucho más sentido y claridad el comportamiento de las personas, su política e incluso sus creencias. Las diferencias entre regiones culturalmente frías y las regiones calientes se ven reflejadas en casi todos los aspectos de la vida, desde cómo son las relaciones familiares, hasta cómo se realizan los trabajos en una empresa.
Desde el momento que acepté venir a este país supe que iniciaría una etapa de mucho crecimiento, donde debía salir de mi zona de comodidad, era el momento para dejar mi tierra y mi gente. Al inicio son demasiados cambios y reglas nuevas, pero el tiempo, la paciencia y las ganas de aprender ayudan en este proceso de adaptación.
Esta ha sido una experiencia con altos y bajos, definitivamente una montaña rusa de emociones, he extrañado pero también he disfrutado, he llorado pero también he reído montones. A pesar de todo, estos meses han sido buenos, han sido mi preparación para lo que viene, ahora con más criterio, observación, y conocimiento.
Vivir lejos de la familia y los amigos es difícil sin embargo; esto me ha ayudado a recordar de dónde vengo, me ayuda a conocerme más y a apreciar lo que he dejado atrás pero también lo que está frente a mí. Aún hay mucho más que aprender, estar aquí representa un reto diario pero estoy segura que este tiempo me permitirá crecer y me dará una perspectiva diferente del mundo.
Aquí dejo una pequeña lista de cosas que me encantan de estar aquí:
El transporte público es rápido, eficaz y puntual, además no es tan complicado llegar a lugares lejanos.
El otoño es hermoso, le da un toque mágico a la ciudad, ver los colores de las hojas y cómo día a día se van transformando los árboles.
El pan es delicioso y es muy común comerlo todos los días.
El estilo antiguo de algunos edificios sin perder su elegancia.

Agradezco a las personas que me ha apoyado en este proceso y también a los que han tomado un poco de su tiempo para leer este artículo.
Danke schön!