- Jessica
Despedida inminente y estrellas sonrientes
Escribo este texto con sentimientos encontrados
Mi voluntariado en la guardería Paul-Gerhardt ha durado seis meses y ahora ha llegado a su fin. Mi despedida es inminente. Solamente me quedan 2 semanas en la guardería de mi parroquia natal. En estos últimos días, he estado pensando a menudo que pronto me iré. Que después de 6 meses es hora de decir adiós. Aunque sabía que mi voluntariado terminaría el 19.12.21, el día se acerca más rápido de lo que pensaba, y cada día que pasa, se hace más realidad.
Pensar en ello me entristece, porque, aunque muchas cosas no fueron fáciles, me enfrentara a nuevos retos, no me sentí abrumada y disfruté mucho de mi tiempo allí. Disfruto aprendiendo, pasando tiempo con los niños y colaborando con los profesores en todo lo que puedo. La idea de marcharme me entristece, porque es muy posible que continuemos en estado de alarma y no todos los niños vengan a la guardería.

Pero, sobre todo, estoy agradecida por el tiempo que he podido pasar en la guardería, que pude ganar experiencia y que a menudo regresaba a casa con sentimientos de alegría. Llena de alegría de los niños: por sus risas, su imaginación, sus preguntas, su curiosidad…
Hay muchas experiencias que recuerdo con cariño, y que recordarlas me llena de ternura. Para contaros algunas de esas experiencias:
Un día estaba en los columpios, asegurando que los niños se turnaran, pero también dándoles un empujón. Un niño le arrebató el puesto a otro que llevaba mucho tiempo esperando su turno. Inmediatamente le pregunté al que ya esperaba si le parecía bien, ya que llevaba un tiempo esperando. Y respondió: sí, de lo contrario, ¡el otro niño no se podría columpiar sino! Y esperó pacientemente, hasta que pudo columpiarse.
En otra ocasión vi a una niña y un niño saliendo a buscar animales: bichos, lombrices, chinches, caracoles. ¡Todos los animales que pudiesen encontrar! Con cuidado, cogieron a los animales y los metieron en una caja con agujeros en la tapa y recogieron hojas, hierba y piedras para darles un bonito hogar.
Y una vez, cuando estaba en el patio del recreo, una niña me cogió de la mano, me llevó con decisión al tobogán y me mostró que quería deslizarse conmigo. ¡Lo hicimos unas cuantas veces más!
Ahora aprovecho el tiempo, poco antes de irme, para disfrutar del tiempo con los niños y para hablar con mis colegas. Junto todos los dibujos que me han hecho y escribo sus nombres en ellos. Y más tarde, cuando los vuelva a mirar, pensaré en mi inesperado y maravilloso tiempo en la guardaría y recordaré las experiencias con los niños.
Y cuando termine mi voluntariado, no quiero perder la niña que hay en mí, quiero sentirla y dejarla salir. Ser curiosa, hacerse preguntas y escuchar la risa del Principito en las estrellas.